Dios, en su inmenso amor, te creó a su imagen y te ama incondicionalmente. Él desea que tengas una relación cercana con Él y experimentes su amor, no nada más en esta vida, sino eternamente.

Dice Juan 3:16, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

Aunque Dios te ama, el pecado es una barrera que separa a la humanidad de su presencia perfecta. El pecado nos aleja de la comunión con Dios y nos conduce a la muerte espiritual..

Dice Romanos 3:23: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios."

Además, Romanos 6:23 dice, "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."

Ante nuestra inhabilidad de librarnos del pecado, Dios envió a su Hijo, Jesucristo, como el sacrificio perfecto. Su muerte en la cruz pagó el precio por nuestros pecados y nos ofrece la oportunidad de reconciliarnos con Dios.

Dice Romanos 5:8, "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros."

La salvación es un regalo gratuito de Dios, pero debemos aceptarla personalmente. Para recibir el perdón y la vida eterna que ofrece, tenemos que confiar en Jesucristo como nuestro Salvador y Señor.

Dice Romanos 10:9, 13, "...si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo...porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo."